agosto 19, 2013

EL GRAN SILENCIO

Por: Angélica Mora
 ¿Qué haría Jesús, en un caso semejante? ¿Estaría de parte de los que golpean a las mujeres?
Cada domingo se puede pronosticar -como tormenta de verano- que la policía política cubana, junto con miembros de las Brigadas de Acción Rápida, atacarán sin compasión, a grupos de mujeres vestidas de blanco que concurren a las iglesias y parroquias de Cuba a orar por los presos políticos y por cambios para la Isla.
Parece que ambos pedidos son demasiado grandes y peligrosos para la estabilidad del gobierno, que atemorizado exige  que se reprima a la fuerza a los grupos de mujeres. Los actos represivos se producen  con varias horas de anticipación, incluso algunos se inician el sábado, para impedir que las mujeres salgan de sus hogares hacia los templos.
Junto a las mujeres concurren activistas, quienes las acompañan y tratan de protegerlas. Sin embargo, estos también son blancos de la furia policial y de las turbas.
Varias mujeres y hombres resultan heridos y deben ser conducidos a hospitales. La mayoría de los opositores son arrestados a la fuerza y conducidos a autos patrullas y luego de varias horas son abandonados lejos de sus hogares.
Las casas de estas Damas de Blanco y los activistas son objeto de asaltos con múltiples daños materiales, en un país donde es difícil encontrar como reparar las viviendas.
Berta Solís, líder de las Damas de Blanco, indicó que pese a la violencia "Se va a continuar con represión o sin represión. Estamos en el derecho de ejercer nuestra libertad religiosa, pero también libertad de movimiento y de asociación".
Lo que llama la atención es la falta de protección y el inmenso silencio por parte de la Iglesia Católica, que defiende causas cuando son de izquierda, pero se niega a proteger y salir en defensa de este grupo de fieles, que concurren cada domingo a los templos a pedir libertad y cambios pacíficos para Cuba.
Declaración de la Dama de Blanco, Elizabeth Pacheco Lamas

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