octubre 16, 2013

El gobierno comunista de Cuba expresa su agradecimiento a la comunidad espiritista cubana, por sus “muestras de compromiso con el pueblo, la Revolución y la causa de los Cinco”.

A las palabras de encomio hacia los espiritistas, Díaz- Canel añadió que se hace imprescindible para el socialismo cubano trabajar con la espiritualidad, los sentimientos, las emociones y las ideas de las personas.
El reportaje de Livia Rodríguez Delis sobre un encuentro sostenido entre el Primer Vicesecretario de los Consejos de Estado y de Ministros y un grupo de espiritistas de varias provincias de la Isla confiere una nueva pincelada folklórica a la estrambótica realidad cubana, donde desde hace medio siglo los destinos de la nación son regidos y reglamentados por un partido de ideología materialista.
Que los nexos partidistas con diferentes instituciones religiosas lleguen a nivel de diálogo y convivencia no sería una situación a destacar de no ser por el antagonismo que ha marcado la historia de las relaciones de ese mismo partido con el mundo religioso. Un asunto marcado como objetivo condenado a desaparecer en la sociedad del hombre nuevo socialista ajena a todo lo que no fuera racional y científicamente fundamentado.
Es difícil que aún permanezca con vida Medrano,  el viejo profesor de marxismo que impartiera clases en el tecnológico Aracelio Iglesias en La Habana. De vivir y mantenerse en plenitud mental imagino la confusión ante estos giros de la vida. Muy diferente al sentimiento que debe animar a una conocida espiritista que mantenía una escuela en la barriada del Vedado durante los años ochenta.
El profe Medrano, un personaje singular y hasta simpático, predicaba su asignatura de una manera peculiar. Casi siempre vistiendo ropa de caqui, a veces con sombrero de yarey incluido y calzando unas enormes botas cañeras que realzaban la cojera que padecía, Medrano gustaba explayarse en sus clases contra las figuras religiosas. No importaba cual fuera el tema siempre en el contexto terminaban apareciendo las monjitas, los curas, los santeros y los espiritistas. A los primeros los fustigaba con el tópico de una sexualidad reprimida que según su punto de vista era una mera formalidad hipócrita que los religiosos evadían en privado. A los del segundo grupo siempre los tildaba de estafadores y farsantes. Una lacra en vía de desaparecer ante el empuje del socialismo real y la conciencia científica de la sociedad que estábamos construyendo.
Al paso del tiempo los que reíamos con las charlas de Medrano, que después de todo conseguía hacer más pasajero el tedio de la materia filosófica que impartía, fuimos descubriendo que la realidad iba de manera inexplicable desvirtuando aquella visualización del futuro materialista de Cuba. Muchos de aquellos alumnos tenían hecho santo, iban a alguna iglesia o simplemente mantenían de manera oculta ciertas inclinaciones espirituales que fueron aflorando con los años.
Uno de ellos, de los más escépticos religiosamente hablando, inició su camino espiritual precisamente a la casa del Vedado llevado por quien menos esperaba. En pleno trance por una situación sentimental fuerte, dio por descartado el recetario de los psicólogos. Alguien le recomendó a un médico que fue a visitar al hospital donde ejercía. La primera extrañeza por la cita hecha para un doctor especializado en Oncología, fue superada por la recomendación del facultativo luego de escuchar al paciente en su relación del mal que le aquejaba. Luego de preguntarle si había ido a “Guanabacoa”, viendo la cara de desorientación de su interlocutor, el joven médico le indicó la dirección de la reconocida espiritista pues había cosas que la ciencia no tenía capacidad de responder, afirmó.
Fueron muchos años de visita a la casa de referencia. Allí descubrió que el médico que le indicó el sitio no era el único que mantenía estrechas relaciones con el mundo de lo paranormal. Conoció a otros, reconocidos en su medio, tanto de la vieja generación como de la nueva hornada. Músicos, estudiantes universitarios, personas de toda condición social y laboral, incluso algunas que de manera misteriosa pasaban directamente a la consulta de la médium sin dejarse ver por los presentes. En la planta inferior de la casona de dos plantas vivía por ese entonces un oficial de las Fuerzas Armadas. A pesar de las recomendaciones de discreción los días de sesiones espirituales y consultas el movimiento no pasaba desapercibido para el militar quien diligentemente denunciaba a su vecina. Aunque no fue un impedimento para el funcionamiento del lugar es obvio imaginar que aquel estuvo bajo el ojo atento de las autoridades políticas y de masas, léase los compañeros del CDR.
Ahora la noticia publicada en Granma me trae todas estas rememoraciones. A esto se suma el estupor ante el agradecimiento público hecho por Miguel Díaz- Canel a la comunidad espiritista cubana, nada menos que por sus “muestras de compromiso con el pueblo, la Revolución y la causa de los Cinco”. Dicho lo anterior en presencia de Caridad Diego Bello, Jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central y de varios dirigentes de la organización comunista.  A las palabras de encomio hacia los espiritistas, Díaz- Canel añadió que se hace imprescindible para el socialismo cubano trabajar con la espiritualidad, los sentimientos, las emociones y las ideas de las personas.

Fuente: Cubanet.

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